domingo, 20 de octubre de 2019

ONIRIA

La miraba como un ciego por primera vez
inmerso en sus pupilas dilatadas,
su hoyuelo dibujado en la comisura inferior,
sus mejillas sonrosadas por pudor
que escondían una tímida sonrisa,
un ligero trazo sobre lienzo
reflejo de un alma pura.

El tiempo se detuvo entre tanta multitud,
un escalofrío traspasó su corazón
como una bala de cañón
que arrasó todo a su paso.
No podía evitar sentirse pequeño otra vez,
por su leve risa nerviosa,
su voz cálida y melosa.

Era gravedad inevitable,
no podía escapar de ella.
Cautivadora y emocional
Musa de las 1000 sensaciones.
No recordaba la última vez
que no sentía los pies en el suelo,
ni estaba en un universo paralelo
viendo una luz al final del túnel.

Esa fantasía le había ganado la partida,
y sin darse cuenta
él también sonrió,
y tratando de no verse ruborizado
se aventuró a romper el hielo,
y su nombre desveló.







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