Era noche de encuentro y fuego
ligada a una copa, un debate y miedo,
miedo a sus labios, a esa brisa que le atrajo a mi pecho;
El tiempo traspasó ese portal, su camisa y mi ciego
desenvolvimos la cama como las olas rompen a favor del viento,
en nuestro caso no era viento, sino huracán que erizó el vello
un suspiro acompasó y en la garganta ahogó un "te quiero".
¿Qué habría pasado si esa ventisca no hubiese apagado la incandescente llama?
Esa misma que hechizó nuestras pupilas aquella noche de Febrero.
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